La racionalidad técnica y el pensamiento experto aparecen hoy como el principal instrumento para legitimar la toma de decisiones en el campo de la política. El proceso de racionalización de todas las esferas de la vida que anunciara hace poco más de un siglo Max Weber, encuentra en la política contemporánea, un territorio fértil para su reproducción. Las democracias latinoamericanas no están exentas de esta dinámica de reducción de lo político a lo técnico, que traduce los conflictos inherentes a la construcción del espacio público, en problemas contingentes sobre la definición del instrumento apropiado. Esta arremetida de la técnica en el espacio público, pospone el enfrentamiento de acciones y discursos que buscan apropiarse y reconstruir lo público, a favor de una ecuación primaria orientada a depurar un espacio inmunizado ante la controversia. La arremetida de la técnica nos pone así frente al confinamiento de la política a una pura cuestión de medios, no ya de fines. Y es que la reducción de la política a lo técnico implica excluir a los fines de toda discusión. El fin para la técnica no es un problema sino un principio que de facto neutraliza la acción y prefigura el discurso.

Publicado: 2018-07-01

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