No cabe duda que el siglo XXI será urbano. En 2030 más de la mitad de la población mundial vivirá en una ciudad multipolar, fragmentada, colmada de redes e inserta en los círculos mundiales, una ciudad autónoma e inquieta por la destrucción ecológica, que enfrentará nuevos problemas sociales provenientes del múltiple cruce de grupos e individuos aún desarraigados y empobrecidos… Los límites de la ciudad se harán borrosos y mostrarán a una ciudad de línea continua, de flujos y espacios convenientes para los proyectos globales de sistemas económicos que inventarán nuevas formas para una explotación que se vuelva natural, gracias a una dispersión de actividades que favorezcan las diferencias sociales. Este fenómeno de las metrópolis nos abre hacia diversos trayectos que ya serpentean entre los múltiples y diarios desplazamientos para trabajar un-poco-acá, un-poco-allá… nuevas relaciones con el espacio, nuevos trayectos, nuevas formas de desplazamiento que enredarán los tiempos exigiéndoles concertarse para unir sus distintos campos de acción. Un solo espacio urbano irá probablemente desterrando los barrios y el perfume de lo colectivo en una hiperindividualización ¿necesaria? que buscará las formas más diversas para resistir a estas nuevas y densas movilidades urbanas.
Published: 2018-07-01