Uno de los problemas cruciales, si no el más desafiante que está enfrentando el modelo globalizador perverso (como le llamaba Milton Santos), y que puede marcar los límites a su expansión, es el calentamiento global y la necesidad de transitar hacia una nueva matriz energética, tanto a nivel de países como a nivel global. Parece evidente que los precios del petróleo seguirán en los altos niveles alcanzados. Pero no se aprecia todavía una voluntad real de las naciones no firmantes del Protocolo de Kyoto de hacerlo, y al parecer, las dilaciones seguirán por mucho tiempo. Una sociedad como la norteamericana no está en condiciones de hacerlo, pues todo su modelo de ocupación del territorio ha estado basado en la creciente asfaltización y automovilización del país, además del transporte a largas distancias (Ver: Delgado-Ramos en Polis 20). Según éste, citando a Heinberg, señala que: «En plena discrepancia, algunas estimaciones calculan que, en cambio, el conductor estadounidense consume en promedio su peso en petróleo crudo cada semana. En otras palabras esto significa a nivel mundial, que los automóviles sobrepasan en peso a la población en una relación de 4 a 1 y consumen en combustible una cantidad de energía cercana a esa misma proporción que la gente en alimentos.
Publicado: 2018-07-01